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Infografía: Breve historia de Social Media




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Nueva forma más rápida de escribir en el móvil sin ver la pantalla usando el sistema Braille



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Limpiarán basura en el espacio con satélites “conserjes”



Foto: The Verge
    No es que nos vayamos a topar con alguna pieza perdida de un cohete, o alguna otra chatarra voladora del aproximado de mil toneladas que está actualmente rodeando la órbita terrestre, pero vaya que es útil deshacerse de ella. Se trata de basura espacial, satélites apagados, partes de naves, entre otros artefactos ya inútiles que se han quedado por allí en tantos viajes al espacio que ha hecho el hombre desde hace más de 60 años.

     Para evitar colisiones y obstáculos en los viajes por venir, el Centro Espacial Suizo EPFL, del Instituto Federal de Tecnología de Lausanne, anunció la producción de un robot, al que llamaron “conserje”, que se encargará de recoger esos pesados desechos en pro de limpiar la órbita del planeta.
     Nos cuenta el sitio FayerWayer que el CleanSpace “es un satélite limpiador que perseguirá a los desechos, los capturará y llevará de vuelta hacia la trayectoria de entrada a la atmósfera, donde se quemarán durante la caída”.

     Por otro lado, agregan: “Para entender un poco la magnitud del trabajo de este Conserje espacial, hay que saber primero que los escombros suelen viajar dentro de una órbita determinada a velocidad de casi 28 mil kilómetros por hora, por lo que lograr fabricar un mecanismo de agarre de chatarra viajando a esa velocidad no ha sido una tarea simple”.

     Por último, este robot es parte parte de una serie de propuestas satelitales que “ordenarán un poco el basural que rodea a nuestro planeta, proyecto que se estima estará en marcha en los próximos 3 a 5 años y que buscará limpiar las cerca de 16 mil piezas de basura espacial de las que se tiene conocimiento en la actualidad”.


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Realidad aumentada en lentes de contacto



    La lente, creada por investigadores de la Universidad de Washington (EE.UU.) y de la Universidad Aalto (Finlandia), está compuesta por una antena que suministra la energía enviada por una fuente externa y un circuito extraplano integrado para almacenarla y transferirla a un chip transparente de zafiro que contiene un LED (diodo emisor de luz) azul.
   Nos saltamos un dispositivo intermedio, como pueda ser un teléfono móvil, ya que la información proyectada pasa a estar directamente en nuestra visión, teniendo en cuenta hacia donde miramos. Las primeras pruebas se han realizado con conejos, con un sistema muy básico en resolución, ya quesólo es capaz de mostrar un píxel.

La conectividad del sistema con las lentes se realiza por radiofrecuencia, por lo que la lente tiene incrustada una antena, que mide cinco milímetros. El campo de acción es bastante limitado, hablamos de unos diez centímetros. También supone una barrera a sobrepasar la autonomía y comunicación de la batería con la lentilla.
   Una vez superada la posibilidad de mostrar un píxel sobre la superficie de un ojo similar al humano, el siguiente paso, independientemente de los radios de acción, pasa por incluir mayor información en la lentilla, como textos e imágenes. 
   En el documento sobre el proyecto, los ingenieros citan también algunos obstáculos a los que esta tecnología debe enfrentarse. Entre ellos, están el sistema de almacenamiento de energía, la compatibilidad con el organismo o la dificultad que supone al ojo humano procesar imágenes situadas sobre la propia córnea. A todo esto se suma el desafío de incluír todos los componentes necesarios en un espacio tan reducido como el área de una lente de contacto. 
Una vez más, los avances tecnológicos nos hace sentir un poco más cerca de la ciencia ficción. El futuro ya (casi) está aquí.



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La censura de Twitter: Bloqueará mensajes en algunos países


Fuente: RTVE.es


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Pizarra electrónica: Nueva alternativa para las aulas


Fuente: Compax


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Un "virus" digital se apodera de nuestra vida privada



Por Andrew Keen*

(CNN) — En este preciso instante, un virus de trillones de dólares está esparciéndose por todo Silicon Valley: se llama redes sociales. Es como una mancha digital implacable que se alimenta de nuestra información más íntima.

Mientras más grande es la red social, es mayor también la cantidad de información personal que demanda, y por tanto, cada vez va invadiendo más nuestras vidas y se va alimentando de una manera voraz de la información de nuestros contactos, afectando nuestra privacidad.

La histeria pública provocada recientemente por este virus se debe a una red social de reciente aparición que se llama Path, a la que acusan de copiar los contactos del iPhone sin pedir permiso a través de su aplicación móvil. También a Twitter lo han acusado de ese mismo tipo de invasión a nuestra privacidad, en su caso, por copiar las direcciones que tenemos en nuestros smartphones sin nuestro permiso o conocimiento.

Pero esta problemática va más allá de Path o de Twitter, o incluso de Facebook. En realidad es un virus que se puede instalar en el corazón mismo de esta industria trillonaria de las redes sociales.

Silicon Valley ha creado una ley para explicar este virus permanente: la Ley Metcalfe, llamada así en alusión a Bob Metcalfe, inventor del Ethernet que asegura que "el valor de una red de telecomunicaciones es proporcional al cuadrado de usuarios conectados a ella". O explicado con mayor simpleza: las redes sociales valen más mientras más grandes sean.

Las redes sociales tienen la misma biología que los virus, si no se reproducen rápidamente, mueren. Y las redes más exitosas y valiosas, como Twitter, Google+, Foursquare, Pinterest, Instagram, Tumblr y LinkedIn, son a las que se suscriben más personas.

El ayudarnos a "descubrir" nuevos amigos se convirtió en la droga de cada red social, entre más grande es nuestra red personal, más información personal compartimos, y entre más personas están conectadas con nosotros, más valor le damos a esa red.

Entonces, no debería sorprendernos la posibilidad de que Path, Twitter y, dicen por ahí, casi todas las redes sociales dominantes, desde hace años, han compartido nuestros directorios a través de sus aplicaciones.


Dave Morin, director de Path, defendió su toma de información diciendo que son "prácticas válidas en la industria". Pero justo ahora, conocedores del tema como el legendario bloguero Dave Winer, y en libros como el escrito por Lori Andrews I Know Who You Are And I Saw What You Did, han sacado a relucir el sucio secreto del Silicon Valley.


Al igual que Morin, yo también creo que es una práctica habitual. Tomemos como ejemplo a LinkedIn, una de las redes más respetadas. Yo tengo mi cuenta en LinkedIn y siempre he tenido curiosidad por acceder a la sección de "Personas que Quizás Conozcas", una herramienta que siempre me ha parecido sospechosa.


Por eso mismo, ayer hice una prueba, y entre las personas que me sugirió LinkedIn se encontraban mi mejor amigo británico de la infancia, el corredor de bienes raíces que me vendió una casa en Alabama, un amigo y vecino de California, mi ex jefe en Silicon Valley, y el editor de Nueva York de mi primer libro. La misteriosamente acertada lista cruzó continentes, vidas, culturas y épocas. Y realmente conocía al 90% de su lista, ¿Da miedo no?


"Pregunta: ¿Cómo es que la lista de sugerencias de Linkedin puede ser tan misteriosamente acertada?", escribí en mi cuenta de Twitter.



La vocera de LikedIn, Krista Canfield, me respondió lo siguiente vía correo electrónico: "Como muchas compañías que dependen de algoritmos para ofrecer recomendaciones precisas a sus miembros, nosotros no compartimos muchos detalles por obvias razones. Lo que sí te puedo decir es que utilizamos una variedad de puntos de información, incluyendo pero no limitándonos, a conexiones mutuas y visitas de perfiles, entre otros, para realizar esas recomendaciones.

"También quisiera aclarar que cualquier información que usamos es completamente consistente con nuestra política de privacidad".

Otra respuesta la recibí de DJ Patil, ex científico en jefe de LinkedIn que ahora trabaja para Greylock Ventures, una firma de capital de riesgo. "Una de las cosas que buscamos en cada científico de información es un 11 sobre 10 en su ESP", escribió en un tweet.

El ex director de Google, Eric Schmidt, dijo que espera que algún día su máquina de búsqueda nos conozca mejor de lo que nosotros mismos lo hacemos; y la que parece ser la meta de LinkedIn es conocer nuestra red personal más íntimamente de lo que nosotros mismos podemos.

Pero, obviamente, el problema es que nosotros no queremos que nuestras redes sociales tengan 11 de 10 en sus ESP. Es por ello que la controversia con Path ha provocado un debate tan intenso en Silicon Valley, razón por la que el director de la misma, después de que cientos de usuarios molestos lo confrontaran, incluyendo a la actriz Alyssa Milano, ofreciera una disculpa pública por lo acontecido.

Uno de los analistas más informados sobre este virus es Nick Bilton, columnista de tecnología del New York Times afincado en San Francisco. El fin de semana pasado, escribió una inteligente crítica a la falta interés respecto a la privacidad en Silicon Valley: "Muchas disculpas, pero mucha información extraída". Entonces le escribí a Bilton y le pregunté cómo deberíamos de enfrentar esta invasión a nuestra privacidad, que implica el robo de nuestra información.

Su respuesta fue muy realista.

"Como usuarios de estos sitios y aplicaciones, no tenemos ni idea de qué tipo de información ponemos en bandeja a cambio de un acceso gratuito", escribió. "Distinto sería si alguno de estos proveedores de servicios me dijera que planea leer mis correos electrónicos, revisar mi directorio o husmear en los cajones de mi ropa interior. Si fuera así, sería mi responsabilidad si decido usarlo o no, pero una cosa totalmente diferente es que hagan todo esto cuando ellos quieran".

Por supuesto que me gustaría que LinkedIn, Facebook y otros servicios me ofrezcan una mejor experiencia, pero lo que quiero es saber qué es lo que están haciendo con mi información personal, y así yo puedo decidir si me doy de alta o no, entendiendo las consecuencias potenciales que eso podría provocar o incluso optar por buscar otro servicio que sea más transparente”.

Por supuesto que Bilton está en lo correcto, no es suficiente que científicos de información sofisticada como DJ Patil señalen que sus algoritmos sociales son muy inteligentes, lo que realmente necesitamos es una explicación clara sobre cómo una red como LinkedIn tiene un conocimiento tan exacto de tantas de mis amistades más cercanas.

Pero esto no existe en la actualidad, el permiso de los usuarios, por ejemplo, tiene casi 6,500 palabras y los usuarios necesitarían de una licenciatura en leyes para poder entenderlo.

Bilton también dice que es igual de importante recordar qué información estamos dando a cambio de un "acceso gratuito". Las redes sociales como Facebook, Twitter y Path son servicios gratuitos en los que nosotros somos realmente lo que ellos le venden a los anunciantes.

La única manera de evitar que ese virus de un trillón de dolares siga expandiéndose por Silicon Valley, es enfrentándolo. O gana Dave Morin o ganamos nosotros. Entonces, como dice Nick Bilton, debemos exigir que Path y el resto de las redes sociales nos digan qué hacen con nuestra información privada, porque de lo contrario, la mancha digital consumirá toda esta información y nuestra privacidad será, en verdad, sólo un recuerdo del pasado.

*Nota del Editor: Andrew Keen es un empresario estadounidense de origen británico y escéptico profesional. Es el autor de "The Cult of the Amateur", y "Digital Vertigo". Éste es su más reciente comentario de una serie sobre cómo las tendencias de Internet influencian la cultura social.

Fuente: CNN en Español


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Padres brasileños controlarán a sus hijos con uniformes inteligentes


Recientemente, las autoridades de la ciudad de Vitoria da Conquista, en el estado de Bahía, anunciaron que los estudiantes mayores de 14 años empezarían a llevar lo que llaman “uniformes inteligentes”. Se trata de ropa escolar con un microchip incorporado, generalmente en las camisetas, que permite detectar si el niño abandona el centro antes del final del día lectivo o si llega a clase tarde. Si esto ocurre, el microchip envía un mensaje de texto a los padres. Según las autoridades, esta medida podría mejorar la relación entre padres y profesores.

Combatiendo el ausentismo

Se estima que unos 20.000 estudiantes de Vitoria da Conquista dispondrán próximamente de uniformes inteligentes, financiados con los US$700.000 aportados por el gobierno local.
El microchip que portarán estará camuflado generalmente en las camisetas, en zonas que permiten su lavado y planchado sin dañar el mecanismo.
De acuerdo al director educativo de la ciudad, Coriolano Moraes, se tomó la decisión de incorporar este tipo de ropas ya que muchos padres no estaban al tanto de que sus hijos se perdían clases en la escuela.
“Notamos que muchos traían a los niños a la escuela pero no veían si realmente entraban en el edificio ya que tenían prisa por ir al trabajo”.

Chip de radiofrecuencia

Según explicó a BBC Mundo Christián Hermes Camacho, director de Camacho sport, empresa que está por poner a prueba el mismo sistema en España, el microchip emplea la tecnología RFID de identificación por radiofrecuencia.
De este modo, cada vez que el niño entra o sale de clase queda un registro de sus movimientos que es transmitida por radiofrecuencia a un computador central.
“Si el niño decide salir del colegio o va a una zona a la que no debe, la alarma salta avisando a la secretaría y envía un mensaje de texto a los padres”.
Según asegura, el microchip no aporta información sobre el niño sino un número, “el número identifica al niño correspondiente que se relaciona con una base de datos”.
Asimismo Camacho informó que dentro de un mes, una escuela de Huelva, en Andalucía, empezará a poner a prueba la misma medida que en Brasil.
Sin embargo, Brasil y España no serán los primeros países en aplicar esta medida, ya que centros estadounidenses y británicos también han ido incorporando los uniformes inteligentes.
El Charter School de Buffalo, en Nueva York y la Brittan School de California llevan usándolos desde 2005 y el instituto Hungerhill en Reino Unido empezó a adoptarlos en 2008.

Fuente: BBC Mundo

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